Valparaíso, un puerto de sentimientos


Era Valparaíso en el año 1834 una población muy atrasada todavía.No había en ella más calle empedrada que la de Planchada, hoy de Serrano. Todas las demás hallábanse en condición rudimentaria: en verano era sofocante el polvo que se levantaba en ellas, y en invierno, por el contrario, formábase un lodo inmenso.Tales eran los lodazales que se formaban, que se veían á menudo carretas enterradas hasta los ejes y á duras penas podían sacarlas dos yuntas de bueyes... El alumbrado público, en aquellos tiempos, consistía en un pequeño farol con vela de sebo, que los vecinos ponían al anochecer en las puertas de las casas, perezosamente y de malas ganas, y sólo obedeciendo á la voz del sereno que iba gritando de casa en casa: "¡el farolito á la puerta!» A las 9 ó 10 de la noche, ó antes, las calles quedaban, cuando no había luna, en completa obscuridad, pues ó bien los microscópicos cabos de vela de los faroles se habían consumido, ó bien los vecinos habían guardado sus faroles y cerrado sus puertas de calle.Por lo visto, se comprenderá cuán modesto sería, especialmente en invierno, el tránsito público en Valparaíso, en unas calles sin aceras y convertidas en lodazales. Usábanse entonces unos zapatos abotinados ó botas al propósito, que permitiesen atravesar el barro lo mejor posible y, para guarecerse de la lluvia, unos capotes de barragán. De noche era costumbre general, al salir á la calle cada prójimo, llevar su linterna, á lo Diógenes, para poder ver por dónde se andaba. Carruajes públicos no los había. Las travesías entre el puerto y el Almendral se hacían á pie, y lo mismo se iba hasta Polanco, después Quinta Orrego. Había allí, -agregael ameno narrador, á quien hemos copiado casi literalmente un cafecito y una cancha de palitroques, que servía de solaz á los excursionistas á pie del lejano puerto...La plaza de la Victoria, llamada entonces de Orrego, era una continuación de la playa. En ella paraban las carretas que hacían viajes á Santiago (después relegadas al estero de las Delicias). Gran parte de los edificios eran de techado de totora y en ellos se albergaban algunas chinganas. Allí se improvisaba algo parecido á teatro en que funcionaban las compañías cómicas.En cuanto á edificios, sólo en el Puerto había algunas casas de altos, todas de balcón corrido, y muy contadas las de esa construcción en el Almendral.

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